La capacidad para realizar hazañas asombrosas con la memoria, como recordar listas de varias docenas de palabras, se puede aprender, según informan investigadores en un artículo que se publica en "Neuron".
Después de 40 días de sesiones de entrenamiento diarias de 30 minutos usando una técnica de mejora estratégica de la memoria, personas que tenían habilidades de memoria típicas al principio y ningún entrenamiento de memoria anterior más que duplicaron su capacidad de memoria, pasando de recordar un promedio de 26 palabras de una lista de 72 a recordar 62.
Cuatro meses después, sin entrenamiento continuo, el rendimiento de la memoria permaneció alto. Las exploraciones del cerebro antes y después del entrenamiento mostraron que el entrenamiento estratégico de la memoria alteró las funciones del cerebro de los aprendices, haciéndolas más similares a las que presentan los atletas mentales campeones del mundo.
"Después del entrenamiento, vemos un rendimiento masivo en las pruebas de memoria", dice el primer autor Martin Dresler, profesor asistente de Neurociencia Cognitiva en el Radboudumc en Nijmegen, Holanda. "No sólo se puede inducir un cambio de comportamiento, el entrenamiento también induce patrones de conectividad cerebral similares a los vistos en atletas de memoria", añade.
Entre los diez primeros atletas de memoria en el mundo hace unos años está el coautor Boris Konrad, entrenador de memoria profesional que también es un investigador posdoctoral en el laboratorio de Dresler. Konrad y otros competidores de alto nivel en el 'World Memory Championships' pueden memorizar unos quinientos dígitos o cien palabras en cinco minutos.
Konrad, que se había convertido en un atleta de la memoria para mejorar su rendimiento académico, ayudó a conectar a Dresler con otros atletas de memoria para este estudio. Dresler comenzó el trabajo como erudito visitante en el laboratorio de trastornos de memoria del investigador Michael Greicius de la Stanford University School of Medicine, en Estados Unidos.
Dresler examinó los cerebros de 23 atletas de memoria mundiales y 23 personas similares en edad, estado de salud e inteligencia, pero con habilidades de memoria típicas. Utilizó imágenes de resonancia magnética funcional (IRMf, por sus siglas en inglés), un medio para medir la actividad cerebral mediante la detección de cambios en el flujo sanguíneo dentro del cerebro, para ver las diferencias en las fortalezas de las comunicaciones entre las regiones del cerebro. Utilizó la resonancia magnética estructural para medir las diferencias en los tamaños.
Inicialmente, Dresler esperaba que los campeones en temas de memoria pudieran tener notables diferencias en la anatomía del cerebro, de la misma manera que uno podría esperar que un campeón mundial de culturismo tenga músculos inusualmente grandes. Sin embargo, usando la resonancia magnética estructural, no vieron diferencias.
Más bien, las diferencias que detectaron entre atletas de memoria y no atletas estaban en patrones de conectividad distribuidos a través de 2.500 conexiones diferentes en el cerebro. Un subconjunto de 25 conexiones diferenciaba de manera más fuerte a atletas de aquellos con habilidades de memoria típica.
Konrad, que estaba entre los escaneados, no nació con habilidades de memoria excepcionales; ni los otros atletas que Dresler estudió. "Ellos, sin una sola excepción, entrenaron durante meses y años usando estrategias mnemónicas para lograr estos altos niveles de rendimiento", dice Dresler.
Para explorar los efectos del entrenamiento en el cerebro, Dresler y sus colegas reclutaron a 51 individuos parecidos a los atletas de memoria, pero con habilidades típicas de memoria y sin entrenamiento previo de memoria. Se dividieron en tres grupos: dos grupos de entrenamiento y un grupo que no entrenó y los investigadores analizaron los cerebros de los participantes antes y después del entrenamiento.
Los dos métodos de entrenamiento eran entrenamiento a corto plazo de la memoria y entrenamiento estratégico de la memoria. Durante el entrenamiento de memoria a corto plazo, una persona practica recordando secuencias y en el entrenamiento estratégico de la memoria se proporciona a los alumnos una forma sistemática de recordar las listas.
En este estudio, la estrategia que Dresler eligió fue el entrenamiento de loci, que es empleado por la mayoría de los atletas de la memoria para el campeonato del mundo. Al utilizar esta estrategia, se asocian los elementos de una lista con un lugar recordado y los usuarios navegan por ese lugar que se evoca al recordar la lista.
Aquellos que entrenaron usando el método de loci mostraron una mejora sustancial en su capacidad de recordar listas de palabras. Antes del entrenamiento, las personas podían recordar en promedio entre 26 y 30 palabras y, posteriormente, aquellos con formación en memoria estratégica podían recordar 35 palabras más en promedio. Aquellos que entrenaron la memoria a corto plazo podían recordar 11 palabras más y quienes no recibieron ningún tipo de entrenamiento recordaron siete palabras más.
Un día después, los que se habían entrenado todavía mostraban mejoras en el recuerdo. Cuatro meses más tarde, sólo aquellos con capacitación estratégica continuaron mostrando beneficios sustanciales, todavía recordando más de 22 palabras más que antes de la formación. "Una vez que se está familiarizado con estas estrategias y se sabe cómo aplicarlas, se puede mantener su rendimiento alto sin mucha formación adicional", dice Dresler.
Después del entrenamiento, las exploraciones cerebrales de aquellos en el grupo de entrenamiento estratégico habían cambiado. Mostraban patrones que se asemejaban más a los de los campeones de memoria que a los escáneres realizados antes del entrenamiento.
Para empezar a entender cómo influyen los patrones de conectividad en los cerebros de los atletas de memoria en el rendimiento de la memoria, Dresler y sus colegas examinaron las 25 conexiones que más diferencian a los atletas de la memoria de los demás y encontraron centros de conectividad en dos regiones cerebrales.
Una de ellas, la corteza prefrontal medial, es conocida por estar activa cuando los individuos relacionan los nuevos conocimientos con la información preexistente. La otra, la corteza prefrontal lateral dorsal derecha, se sabe que está involucrada en los esfuerzos para aprender estratégicamente.
"Tiene sentido que estas conexiones se vean afectadas", dice Dresler, quien junto a su equipo sigue analizando sus datos de los escáneres cerebrales para aprender más sobre las diferencias en los patrones de conectividad cerebral que encontraron y cómo afectan a la memoria.
Fuente: univadis.mx
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